UN RELOJ MUY ESPECIAL - ¡ HUMANO !

lunes, 16 de noviembre de 2009

LA YERBA MATE - CUENTO - EDUARDO GALEANO



La yerba mate
La luna se moría de ganas de pisar la tierra.
Quería probar las frutas y bañarse en algún río.
Gracias a las nubes, pudo bajar. Desde la puesta del
sol hasta el alba, las nubes cubrieron el cielo para que nadie
advirtiera que la luna faltaba.
Fue una maravilla la noche en la tierra. La luna paseó por la selva
del alto Paraná, conoció misteriosos aromas y sabores y nado
largamente en el río. Un viejo labrador la salvo dos veces. Cuando el jaguar iba a clavar sus dientes en el cuello de la luna, el viejo
degolló a la fiera con su cuchillo; y cuando la luna tuvo hambre la llevo a su casa. "Te ofrecemos nuestra pobreza", dijo la mujer del
labrador, y le dio unas tortillas de maíz.
A la noche siguiente, desde el cielo, la luna se asomó a la casa de
sus amigos. El viejo labrador había construido su choza en un claro
de la selva, muy lejos de las aldeas. Allí vivía, como en un exilio,
con su mujer y su hija.
La luna descubrió que en aquella casa no quedaba nada que comer. Para ella habían sido las últimas tortillas de maíz.
Entonces iluminó el lugar con la mejor de sus luces y pidió a las nubes que dejasen caer, alrededor de la choza, una llovizna muy especial.
Al amanecer en esa tierra habían brotado unos árboles desconocidos.
Entre el verde oscuro de las hojas, asomaban las flores blancas.
Jamás murió la hija del viejo labrador. Ella es la dueña de la yerba
mate y anda por el mundo ofreciéndola a los demás.
La yerba mate despierta a los dormidos, corrige a los haraganes y
hace hermanas a las gentes que no se conocen.

Eduardo Galeano

domingo, 8 de noviembre de 2009

LIBRO: EN EL DESIERTO NO HAY ATASCOS - MOUSSA AG ASSARID - Y ENTREVISTA DE VICTOR AMELA AL AUTOR DEL LIBRO

LIBRO: EN EL DESIERTO NO HAY ATASCOS
AUTOR: MOUSSA AG ASSARID


SINOPSIS:
Moussa Ag Assarid lleva el viajar en la sangre. Nacido en el norte de Mali hacia 1975, hijo de padres nómadas y primogénito de una familia de trece hijos. Con 23 años, el joven tuareg llega a Francia y cambia los dromedarios de su infancia por el TGV y el metro. Siempre en movimiento e interesado en conocer a los demás, Moussa describe en esta obra su fascinación y perplejidad ante el mundo occidental que va descubriendo: su naturaleza, sus habitantes, sus costumbres y todo aquello que no percibimos porque nos hemos acostumbrado a verlo. Las anécdotas y comentarios que cuenta, como la cama del hotel, tan grande que podrían dormir en ella todos los niños de su jaima, el milagro del agua que sale de los grifos, la magia de las escaleras mecánicas y las puertas automáticas... son a un tiempo divertidos y enternecedores, y además muy lúcidos, sin ocultar a veces la decepción por cosas como la falta de tiempo y de calor humano. Su texto, siempre impregnado por su cultura y por su arte de vivir nómada, constituye para los occidentales una ocasión de sonreír pensando en nosotros mismos.
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Entrevista realizada por VÍCTOR M. AMELA
periodista de. "La Vanguardia" a:


MOUSSA AG ASSARID,

No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...!

Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier.. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo

- ¡Qué turbante tan hermoso...!

- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.

- Es de un azul bellísimo...

- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...

- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?

- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.

- ¿Por qué?

- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

- ¿Quiénes son los tuareg?

- Tuareg significa "abandonados" , porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.

- ¿Cuántos son?

- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.

- ¿A qué se dedican?

- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...

- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?

- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.

- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?

- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..

- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas.... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.

- Saber eso es valioso, sin duda...

- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!

- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?

- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!

- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?

- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. .. ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...

- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...

- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.

- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?

- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...

- ¿Tanto como eso?

- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.

- ¿Qué pasó con su familia?

- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...

- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?

- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...

- Y lo logró.

- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia..

- ¡Un tuareg en la universidad. ..!

- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.

- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?

- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.

- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...

- Fascinante, desde luego...

- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...

- Qué paz...

- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.


BLOG OFICIAL DE MOUSSA:
http://moussa-blog.azawadunion.com/


En el desierto no hay atascos
Moussa Ag. Assarid. pps.
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martes, 3 de noviembre de 2009

ALGO INNECESARIO...


MIEDO A SUFRIR

NADA CAUSA TANTO SUFRIMIENTO COMO EL MIEDO A SUFRIR. EVITA,
ENTONCES, EL MIEDO INNECESARIO.
POR MIEDO A SUFRIR SOLEDAD,
SUFRÍS LA TORTURA DE UNA MALA COMPAÑÍA.
POR MIEDO A SUFRIR EL FINAL DE UNA RELACIÓN,
SUFRÍS POR AÑOS EL INFIERNO DE UNA MALA PAREJA.
POR MIEDO A SUFRIR LAS RESPONSABILIDADES DEL ADULTO,
SUFRÍS DE POR VIDA EL ACTUAR COMO UN NIÑO INVÁLIDO.
POR MIEDO A SUFRIR A CAUSA DE TUS ERRORES,
SUFRÍS LAS CONSECUENCIAS DE NO COMPROMETERTE NI JUGARTE NUNCA.
POR MIEDO A SUFRIR EL RECHAZO DE LOS OTROS,
SUFRÍS EN TU SOLEDAD Y TU AISLAMIENTO SIN SALIR NUNCA HACIA EL ENCUENTRO.
POR MIEDO A SUFRIR A QUE ALGUIEN NO TE QUIERA,
TE CONVERTÍS EN POSESIVO Y LO ÚNICO QUE CONSEGUÍS ES QUE
TODOS TE HUYAN Y TE QUEDES SOLO.
POR MIEDO A SUFRIR UNA RELACIÓN SEXUAL NO BIEN LOGRADA,
SUFRÍS POR AÑOS LA CASTRACIÓN DE UNA IMPOTENCIA IMPUESTA POR VOS MISMO.
POR MIEDO A FRACASAR EN TUS PROYECTOS,
SUFRÍS EL TERRIBLE FRACASO DE NO EMPRENDER NINGUNO.
POR MIEDO A QUE TU HIJO DÉ UN MAL PASO, LO CONVERTÍS EN UN INMADURO
Y UN SOBREPROTEGIDO, INCAPAZ DE DAR UN PASO POR SU CUENTA.
HAY UN TEMOR AL SUFRIMIENTO QUE ES SANO, PORQUE FUNCIONA COMO UNA SEÑAL
DE ALARMA QUE SUENA A TIEMPO PARA QUE EVITES EL DOLOR INNECESARIO.
PERO HAY UN TEMOR AL SUFRIMIENTO QUE ES ENFERMO,
PORQUE ES COMO UNA ALARMA
QUE SUENA TODO EL TIEMPO,
QUE TE IMPIDE VIVIR Y TE CAUSA SUFRIMIENTOS QUE PODRÍAS EVITAR.
EVITA, ENTONCES, EL MIEDO INNECESARIO.
(Desconosco el autor)